Uno de los criterios de buenas pautas para el trabajo con niños pequeños con autismo, es la presencia de los padres en las sesiones de intervención y la formación y resolución de las dudas que estos puedan tener. Si ben es cierto también que a partir de una cierta edad, probablemente lo mejor sean sesiones uno a uno con el terapeuta y el niño, en función de cada individuo, pero siempre con asesoramiento a los padres.
Trabajar con niños pequeños con autismo es de gran complejidad y requiere la formación y asesoramiento de los padres, así como contemplar su opinión para enfocar la intervención de la forma más correcta posible.
Para remarcar la importancia de tener en cuenta a los padres en la intervención de los niños pequeños con autismo, compartimos el siguiente fragmento del artículo «Atención temprana y programas de intervención específica en el trastorno del espectro autista», de Millá, M. y Mulas, F. (2009):
El diagnóstico de TEA supone el inicio por parte de la familia de un proceso de asimilación de una nueva y compleja realidad. Tener un niño con este trastorno produce una ruptura de las expectativas que se habían creado en torno al hecho de tener un hijo.
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El principal objetivo de la intervención familiar es ayudar a los padres a superar las distintas fases del proceso de asunción de la nueva realidad y atender a sus demandas y necesidades de información y formación. La información debe referirse al TEA en general y a la situación del niño en particular, y ofrecerse de forma gradual por parte de los profesionales de la atención temprana, de modo que la familia pueda ir asimilándola e integrándola adecuadamente. Es muy importante lograr el ajuste de las expectativas de los padres a las posibilidades reales del niño y de la intervención. Los padres han de comprender las características del TEA, para que puedan aceptar de manera realista las manifestaciones sintomáticas autísticas de su hijo.
La formación contribuye a dar seguridad a los padres en su papel de crianza y mejora sus habilidades para contribuir al desarrollo y evolución del niño. La intervención familiar ha de procurar pautas que contribuyan al fortalecimiento de un entorno estructurado para el niño, para favorecer la comunicación y la autonomía de éste, para mejorar las interacciones familiares, y para realizar juegos y actividades diarias con las que mejorar las rutinas, el comportamiento y las respuestas emocionales del niño. El entorno familiar es el principal agente socializador del niño con TEA, y en este entorno se han de ofrecer patrones de conducta que ayuden al niño en su proceso de desarrollo y mejoren el curso evolutivo.